Cuando el pasado 2020 desde los gobiernos estatal y autonómico, así como desde los medios de comunicación, se nos bombardeó con la consigna “salvar la Navidad” como una necesidad para toda la población, poco tardó en comprobarse que a lo que se referían realmente los políticos burgueses y los voceros del capital era a mantener el enriquecimiento de los empresarios, a incrementar la tasa de ganancia capitalista a toda costa en un contexto de crisis económica catalizada por la pandemia. Y como debía hacerse a toda costa, fue una vez más la clase obrera la que sostuvo, pagó y sufrió la mal llamada “recuperación económica”, siendo especialmente llamativo esto en el caso de la juventud obrera madrileña.
Los jóvenes de nuestra clase que vivimos en la región llevamos muchos años padeciendo una situación tan dramática como recurrente, provocada por las crisis cíclicas del capitalismo y sus efectos. El paro es una constante, pues pese a las fluctuaciones, el cierre del tercer trimestre de 2021 nos dejaba una tasa de paro juvenil en Madrid del 27,6%, dato que en parte camufla que si las cifras de empleo joven mejoraron fue, en gran medida, por la contratación temporal en los meses de verano. Precisamente la temporalidad es otra de nuestras grandes conocidas, pues según los últimos datos, nos encontramos con que un madrileño menor de 30 años debe firmar cinco contratos de media para completar un año de trabajo, que más de la mitad de los contratos de los menores de 30 años son temporales, y con que la tasa de temporalidad ha aumentado en Madrid un 19,46% respecto al año pasado.
Desde el mes de noviembre, entramos en la llamada campaña de Navidad, y solo con mirar algunos datos del año pasado podemos hacernos una idea de lo que supone: un tercio de los contratos firmados fueron a tiempo parcial y un 91,16% fueron temporales, fundamentalmente bajo las modalidades de obra y servicio y eventuales por circunstancias de la producción. Esto lo vemos precisamente en los sectores donde las tasas de empleo juvenil son mayores.
Así, encontramos que en sectores como el comercio, la hostelería, el prodelivery o la mensajería, la contratación es extremadamente precaria, hay miles de horas extras no remuneradas, unos horarios abusivos para los trabajadores, unos ritmos de la producción que son agotadores, y un incremento de las posibilidades de sufrir un accidente laboral. Priman la subcontratación o el régimen de falso autónomo, y por mucho que las empresas digan que crean nuevas oportunidades y puestos de trabajo, lo que hacen es incrementar la precariedad. En muchas empresas de logística, ni siquiera se garantiza el derecho de sindicación ni se respeta la negociación colectiva. El fenómeno de los falsos autónomos se ve claramente en el personal de reparto y de los almacenes, y las empresas incumplen la normativa laboral que rige el sector, sobre todo en lo que respecta a los límites de tiempo de trabajo. Mientras las empresas de estos sectores y que recurren a este tipo de contrataciones obtienen y reportan beneficios que baten récords, los trabajadores sufren los bajos salarios, condiciones laborales de precariedad y jornadas laborales que superan los límites legales.
Por otro lado, las llamadas plataformas digitales en la práctica lo que hacen es ahondar en el fenómeno de la uberización, viéndose esto claramente en los riders, empleados de mensajería y reparto, conductores de taxis y VTCs, etc., en miles de trabajadores cuyas empresas incumplen las obligaciones que tienen con ellos. Esto cada vez afecta a más trabajadores jóvenes, que ven pisoteados sus derechos por estas empresas, recurrentes a la hora de arrebatar derechos a sus trabajadores, de tenerlos como falsos autónomos, en condiciones de precariedad. El control algorítmico, la vigilancia extrema y la presión por incrementar la productividad son también mecanismos asfixiantes para los trabajadores, poniéndolos en riesgo para que sus empresarios se lucren más, y esto lo vemos en los riders, en los servicios de mensajería…y cada vez se están extendiendo a más sectores. Todas estas cuestiones las vemos a lo largo del año, pero los datos recogidos anteriormente apuntan a que en momentos como la campaña de Navidad, estas circunstancias se agudizan, quedando los trabajadores a merced de las necesidades del capital.
Los jóvenes, no solo en Madrid, solemos encontrar trabajo en sectores como el comercio y la hostelería, no por capricho, pues son sectores especialmente precarizados que además incrementan los niveles de contratación en estas fechas, aprovechándose los empresarios de las altas demandas de empleo y perpetuando así unos altos niveles de explotación. Tenemos, por tanto y como conclusión, que abunda la contratación basura y se empeoran las condiciones de trabajo en estas fechas, y que la juventud de nuestra clase es usada como mano de obra barata, precaria y vulnerable para beneficio de unos pocos.
Va siendo hora, por tanto, de decir basta, de cambiar las tornas y de que la juventud obrera madrileña albergue un futuro más esperanzador que el que se le ofrece dentro de los márgenes del capitalismo. La lucha por unas condiciones de trabajo dignas es más necesaria que nunca, pero éstas ni nos van a venir regaladas ni serán posibles en un sistema en el que la explotación de la clase obrera y sus hijos por una minoría parasitaria es su razón de ser. Por ello, llamamos a la juventud obrera de nuestra región a elegir lo necesario por encima de lo que nos dicen que es lo posible, a organizarse y a sumar a sus compañeros y compañeras al proyecto revolucionario de los Colectivos de Jóvenes Comunistas.
Resignarse es dejarlos vencer.
Elige lo necesario.