¿Alguien ha visto las movilizaciones que, cada cierto tiempo, discurren por la provincia de León? El pasado 12 de mayo, las direcciones provinciales de las distintas centrales sindicales lanzaron conjuntamente una convocatoria de movilización, consistente en un paro laboral de una hora y una manifestación, por el futuro de la provincia de León. Los motivos argumentados para la movilización se sintetizan en la estadística: la provincia se sitúa a la cola del país en cuanto a desarrollo socioeconómico. Esto se traduce en fenómenos estructurales como la despoblación y la emigración forzosa, la desindustrialización y la deslocalización, la pésima calidad de empleo y el paro, el alto coste de vida, la falta de servicios esenciales… todos aquellos rasgos que vendrían, en suma, a ejemplificar las consecuencias desprendidas de los procesos de concentración y centralización del capital, inherentes al modo de producción capitalista y que ahondan la contradicción campo-ciudad, dejando comarcas enteramente baldías a la vez que erigiendo ingentes ciudades dormitorio en las periferias de las grandes urbes.
Dentro de la tendencia de concentración del capital, se puede observar cómo nuestra provincia es una de las más afectadas por la hiperespecialización de la educación para la formación de mano de obra. La educación en el capitalismo se centra en la formación de mano de obra supeditada a los intereses concretos de los capitalistas, por lo cual, podemos ver como las ramas educativas en León se centran casi exclusivamente en los principales sectores económicos de la provincia. Así, cualquier estudiante que quiera formarse en otra actividad se ve obligado a emigrar forzosamente, aumentando la desigualdad entre los estudiantes y segregando a aquellos de extracción obrera para los que los costes derivados de esta formación resultan inasumibles
La posición de los y las comunistas
¿Cuál debe ser la posición consecuente de los y las comunistas ante estas movilizaciones cuando son fácilmente integradas por los representantes políticos de las distintas secciones territoriales de la burguesía local, bajo ideologías como el leonesismo?
Nuestra posición, lejos de claudicar ante la potencialidad de ser engullidas estas acciones por posicionamientos ajenos a la clase, debe situar la necesidad de la organización y el fomento de la movilización. Se deben aprovechar estas ventanas de oportunidad, que no dejan de levantarse sobre las contradicciones capitalistas, para promover la organización de los jóvenes, estudiantes y trabajadores, bajo una clara consigna de clase, de unidad. Todo ello, ligado simultáneamente con el combate y la confrontación ideológica contra todo postura que pretenda la ruptura de la unidad de la clase. La división de la clase según su territorio, al igual que según su edad, no nos reporta ningún beneficio, pues únicamente sirve a intereses burgueses, dispuestos a todo por remontar su tasa de ganancia y mejorar su posición respecto a otros capitalistas. Ellos lo tienen claro, la patronal, formada por la Federación Leonesa de Empresarios (FELE) y el Círculo Empresarial Leonés (CEL), tiene mucho que perder en el paro laboral (¡hasta en 3 millones de euros cifran sus pérdidas!); tengámoslo nosotros construyendo organización desde la base en cada centro de estudios y trabajo, reforzando los sindicatos de clase que confrontan con la patronal, independientemente del trapo que esta use para arroparse y tapar sus vergüenzas.
Y no nos equivocamos al afirmarlo, los estudiantes también deben secundar y promover el paro laboral en los centros de estudios, pues ¿qué son los estudiantes de hoy sino los trabajadores del mañana? ¿es que acaso los avances organizativos del conjunto de la clase no revertirán en su capacidad de respuesta ante los ataques sistemáticos hacia su educación? Si verdaderamente se reivindica una posición de clase y unitaria, los estudiantes deben marchar al unísono con los trabajadores, de la enseñanza y del resto de sectores, aunando esfuerzos en coaligarse bajo la consigna ¡Obreros y estudiantes, unidos y adelante!; solo así, bajo la perspectiva organizativa de la clase, los estudiantes tienen un futuro que ganar y no darán sus batallas al servicio de quienes explotan a sus familias y les condenan a la resignación y la impotencia negándoles su porvenir.
¿Esta situación es exclusiva de la provincia?
La comprensión del fenómeno concreto exige su contextualización general. El actual estado político, caracterizado por la subordinación de las cúpulas sindicales al Gobierno bajo la fórmula del pacto social, funciona a modo de retén, como un freno para el estallido de amplias movilizaciones de la clase; sin embargo, el deterioro acelerado de la situación económica y el descontento social puede ya evidenciarse en sectores localizados, generando precoces procesos de movilización aún limitados.
Desde esta perspectiva se divisa la manifestación de buena parte de los fenómenos que encontramos en nuestra provincia en muchos de los distintos territorios del país, de forma más o menos velada; y, sirva como caso paradigmático, muestra de ello es la situación de los y las estudiantes de extracción trabajadora:
Desde su comienzo hasta su final nuestra etapa educativa está determinada fuertemente por las coordenadas de clase. Para los hijos e hijas de los trabajadores rurales, la infrafinanciación y las condiciones laborales de los docentes en los Centros Rurales Agrupados (CRA), allá donde no se hayan cerrado aún estos, son un primer síntoma del desamparo que el medio rural vive (curioso resulta observar la nula iniciativa privada, subvencionada o no, en este medio, donde no es tan fácil obtener beneficios con la educación del pueblo). El desplazamiento hacia los núcleos demográficos para continuar su formación secundaria exige un sobrecoste de transporte o disponer disponibilidad familiar que puede conllevar reducciones de la jornada de trabajo, principalmente en las mujeres trabajadoras. Proseguir su formación exigirá la casi segura emigración, levantándose aquí un escollo insalvable para todos aquellos estudiantes que no cumplan los requisitos de un sistema basado en la excelencia académica y terminándose para muchos su etapa formativa, arrojándose tempranamente al mercado laboral como mano de obra barata. Para otros, será casi una exigencia compaginar estudios y trabajo, en un sistema educativo que penaliza dicha compatibilidad, sobre todo desde la implantación del Plan Bolonia (que se tradujo en una serie de medidas enfocadas hacia la hiperespecialización y en detrimento de la compatibilización estudios-vida-trabajo, todo ello en seguimiento de las directrices educativas europeas, garantes del interés privado de los grandes capitalistas europeos), y en un mercado laboral joven donde la precariedad es el pan de cada día; principalmente por el alto coste de los estudios (las tasas universitarias se colocan casi a la cabeza del Estado y la FP se encuentra monopolizada por la iniciativa privada subvencionada o concertada). Todo ello en un panorama donde las prácticas ganan cada vez más peso, proporcionando fuerza de trabajo gratuita o casi gratuita para el empresario, en detrimento de la plantilla de trabajadores.
Más allá de seguir describiendo los distintos prismas de la educación actual y con independencia del estadio en que uno se haya detenido, la situación de la juventud es igual para los hijos e hijas de la clase obrera: emigración forzosa, falta de oportunidades y empleo, paro, imposibilidad de emancipación, uberización del empleo bajo la máxima del empleo de mano de obra a demanda…
Esta situación no difiere en absoluto de la vivida por la juventud obrera en el resto del territorio, donde los procesos de concentración y centralización del capital, que provocan también la subyugación de la educación bajo los designios de los capitalistas y sus intereses privados, acentúan la contradicción fundamental capital-trabajo, arramplando con todo a su paso.
La rabia y la resignación de nuestra juventud, deudora de la explotación y la negación de un futuro, sobrepasa los límites de nuestra provincia. Sea mediante la organización consciente que los jóvenes, estudiantes y trabajadores, transformemos la resignación en una respuesta organizada que enraíce en los centros de estudios y trabajo de todo el territorio, para que en esta crisis los capitalistas no nos encuentren con las manos abiertas, sino con los puños cerrados, marchando unidos bajo una misma consigna de clase contra un capitalismo ya caduco.