En la historia de la sociedad turca, la lucha de la mujer obrera ha sido una constante que ha evolucionado a lo largo de las diferentes etapas políticas y sociales del país. Desde los tiempos del Imperio Otomano hasta la fundación de la República, las mujeres han desafiado las normas impuestas, buscando un papel más activo en la sociedad. En este contexto, el Partido Comunista de Turquía (TKP) se erige como un actor clave en la defensa y conquista de los derechos de la mujer obrera. Este artículo explora la evolución de la posición de la mujer en el ámbito laboral a lo largo de la historia turca; y aborda el papel crucial que desempeña el TKP en las tareas contemporáneas para impulsar la igualdad real y mejorar las condiciones laborales de las mujeres en el país.
En el Imperio Otomano, la situación de las mujeres en Turquía estaba profundamente arraigada en las estructuras patriarcales de la sociedad. Enfrentaban fuertes restricciones en términos de educación y participación en la esfera pública, viéndose confinado su papel a los límites del hogar y las responsabilidades familiares. A pesar de algunas excepciones notables en la alta sociedad, la mayoría de las mujeres vivían bajo una estricta interpretación de las normas sociales de la época. La influencia de la religión y de las formas superestructurales del capitalismo más temprano, que dotaba de nuevo contenido a las formas sociales y culturales del feudalismo, marcaban la vida de las mujeres turcas, que estaban impedidas de participar en la esfera productiva y debían, incluso bajo pena de muerte, seguir las formas de vida del sultanato.
Con el advenimiento de la República en 1923, liderada por Mustafa Kemal Atatürk, se implementaron reformas en pos de secularizar la sociedad y modernizar el país: era la necesidad de conseguir las mejores condiciones de explotación y posicionamiento del país en la división internacional del trabajo lo que promovió la reforma que, si bien supuso nuevas oportunidades para las mujeres en términos de educación y participación en la vida pública, cumplió históricamente el papel de asentar y actualizar la explotación capitalista, generando a su vez el caldo de cultivo para la reacción en sus múltiples manifestaciones.
Desde hace 22 años el gobierno del AKP ha devuelto un componente religioso a la sociedad que ha implicado un retroceso en la conciencia de la clase obrera sobre el papel social de las mujeres y la lucha por su emancipación. El gobierno ha adoptado medidas legales y culturales que desprotegen a las mujeres frente a la violencia y fomentan el acoso, el machismo y las violaciones. Según el mismo gobierno “el fin de la mujer es ser madre y su lugar de trabajo ha de ser el hogar”. La consecuencia práctica ha sido la reforma curricular, la expulsión de la mujer de la educación y de ciertos sectores de la producción y el empuje de crecientes cifras de mujeres, las más pobres y vulnerables de nuestra clase, hacia mafias que las venden a las redes de prostitución.
Sobre todas estas cuestiones hemos podido conversar con la Juventud Comunista de Turquía, nuestra organización hermana en el país, que cuenta con un alto grado de referencialidad y trabajo entre la clase obrera turca, y a la que, con motivo de este número de la revista, hemos querido preguntar sobre sus tareas y actividad hacia la mujer joven.
Hace ya cuatro años que el TKP y su juventud comenzaron a impulsar los Comités de Solidaridad de las Mujeres en diferentes distritos y universidades, actuando directamente sobre las violencias cotidianas. Entre las mujeres obreras, los Comités de Solidaridad tienen una labor fundamental y las camaradas del TKP/TKG tienen un papel protagonista, actuando entre la cotidianidad de la clase y sirviendo para acercar a muchísimas jóvenes a la actividad política:
La Juventud Comunista de Turquía actúa con los Comités de Solidaridad de Las Mujeres (KDK) en las universidades a fin de organizar la lucha de las jóvenes estudiantes. Los Comités de Solidaridad de las Mujeres invitan a las mujeres a organizarse, ya que son el sector más afectado por la opresión reaccionaria en las universidades. Los Comités de Solidaridad de las Mujeres no construyen la lucha en una dirección identitaria, sino política de clases.
En el inicio del curso 2023-2024, uno de los temas que más llamó la atención de los Comités de Solidaridad de Mujeres fue la república. Con motivo del centenario de la República, se organizaron sesiones de debate en las universidades sobre el papel de la república en el avance de los derechos de la mujer, la igualdad y la laicidad. La república burguesa fue un punto vital para la lucha de las mujeres que, en el siglo pasado, favoreció algunos derechos políticos como el derecho a voto y a ser elegidas. Pero debido al carácter burgués de la misma y las crisis del capitalismo, vemos que, en el mismo siglo, muchos logros han retrocedido. En este sentido, la República Socialista se presenta ante nosotros como una necesidad.
En Turquía, los estudiantes universitarios tienen reconocido el derecho a la vivienda en las residencias estatales, cuyos nombres son KYK. Solamente un sector muy limitado puede beneficiarse de este derecho, debido a que no hay suficiente oferta para todos los estudiantes. Por otra parte, la inadecuación y la mala calidad de estas residencias son también un acicate para la lucha de las mujeres. Las residencias estatales son vitales para cubrir las necesidades de alojamiento de los estudiantes por ser más baratas que las residencias privadas. Sin embargo, debido a su insuficiencia y falta de calidad, miles de jóvenes se ven obligadas a vivir cada año en residencias que son propiedad de sectas religiosas. Además, la situación de pauperización e insalubridad es más grave en las residencias de estudiantes femeninas, en las que los horarios de entrada y salida nunca son flexibles. El hecho de que las residencias de chicas se hayan vuelto más conservadoras que las de chicos es un mensaje del gobierno a las mujeres. Contra esta opresión, los Comités de Solidaridad de Las Mujeres se organizan en las residencias de estudiantes.
En Turquía, a lo largo de los años, las mujeres han desafiado las normas impuestas buscando un papel activo en la sociedad. En nuestros días, el Partido Comunista de Turquía (TKP) ha emergido como un actor crucial en la defensa y conquista de los derechos de la mujer obrera, que hoy se enfrenta a un escenario de agudización de la opresión fomentada por las políticas reaccionarias del gobierno que desprotegen a la mujer normalizando el acoso y la violecia. Las camaradas de la Juventud Comunista de Turquía, como ejemplo ilustrativo de este proceso, nos cuentan la siguiente experiencia de lucha reciente:
En los últimos meses, una estudiante perdió la vida en el ascensor que cayó al vacío debido a la falta de mantenimiento en la residencia KYK para alumnas. El incidente, que trascendió a la opinión pública, empujó al estudiantado de todo el país a movilizarse. Debido a la falta de mantenimiento, a la inadecuación de las residencias de KYK y a la transferencia del mantenimiento a empresas subcontratadas, las estudiantes se rebelaron y movilizaron desde las residencias donde se alojaban. En muchos dormitorios, las estudiantes de TKG e integrantes de los Comités tomaron la iniciativa y dirigieron el levantamiento de sus compañeras de residencia. Al mismo tiempo, el fin de las actividades religiosas en las residencias, la lucha contra las malas condiciones de alojamiento o la lucha contra la comida con gusanos en las cafeterías de las residencias estatales son reivindicaciones importantes para que las estudiantes puedan desarrollar sus estudios sin verse condicionadas a vivir en las residencias religiosas privadas.
Los Comités de Solidaridad de las Mujeres también luchan contra el acoso en los campus. En las universidades, las unidades de prevención se muestran indiferentes. Los Comités, a los que pueden acudir sin dudarlo las mujeres víctimas de abusos y/o violencia sexual, están organizados en toda la universidad. Cada organización juvenil tiene también su propio Comité; y todos ellos se encuentran organizando una lucha solidaria contra las administraciones universitarias que se muestran indiferentes ante la situación de las estudiantes.
A día de hoy el TKP y su juventud persiste como un faro de resistencia y esperanza, fomentando una destacada participación de las mujeres en sus filas y en las organizaciones de masas, desplegando iniciativas de lucha que, como los Comités de Solidaridad de las Mujeres, pretenden la organización de las mujeres entre sí en torno a los problemas y violencias que les afectan. Desde el Consejo Editorial de la revista Juventud! agradecemos profundamente la socialización de las experiencias de lucha de nuestra organización hermana en Turquía, que lejos de corresponderse a una experiencia particular revierte en la experiencia colectiva de las mujeres comunistas de todo el mundo.