Los CJC somos la escuela de cuadros del PCTE y correa de transmisión de la política partidaria entre la juventud. Somos la organización juvenil comunista del PCTE. Como tal, hacemos nuestro el proyecto y estrategia del Partido, clarificada en el Manifiesto-Programa, su propuesta política, sus análisis y posicionamientos.
Nuestra tarea es aprender, prepararnos teórica y prácticamente. Aprender de nuestra historia, de sus aciertos y errores; aprender de nuestro Partido, del acervo político y teórico de la organización de vanguardia que mañana nos será legado; aprender de sus cuadros y militantes; aprender a través del estudio del marxismo-leninismo; aprender a través de la lucha de clases; aprender, en definitiva, para llegar a ser los cuadros comunistas que demanda el momento histórico
Los próximos años van a estar definidos por el estallido de la crisis mundial durante primer trimestre de 2020. Una crisis capitalista cuya eclosión fue catalizada por la pandemia del COVID-19 pero cuyas condiciones venían gestándose desde antes, pues hunde sus raíces en las contradicciones del sistema. La crisis es el momento del ciclo económico en que las contradicciones capitalistas “estallan” y sólo sobre la base de la violencia hacia nuestra clase se restablece temporalmente una situación históricamente insostenible. Ese es el telón de fondo del proceso de «actualización» del capitalismo.
La generalización de los mecanismos de flexibilidad interna y externa permiten ajustar el tiempo de trabajo a la demanda de las empresas. La subida generalizada de precios supone un abaratamiento de la fuerza de trabajo. La garantía y contraparte de ello es el papel del Estado, seguro de la reproducción ampliada de capital, que contrarresta a través de subsidios y prestaciones la reducción de los salarios y adopta el papel de mecanismo de transferencia de las rentas del trabajo al capital.
Se agudizan las contradicciones interimperialistas: entre el capital y el trabajo, pero también las contradicciones interburguesas y entre potencias capitalistas, así como asistimos al cada vez mayor agotamiento de los recursos naturales. A la vez que se recrudecen las disputas entre las diferentes potencias, existen entre ellas relaciones de interdependencia en materia comercial y de suministros. La intensificación de estas contradicciones recrudece la reacción y empuja al fortalecimiento de las diferentes alianzas imperialistas.
Con dicho telón de fondo, la cronificación de la temporalidad, la precariedad y la inestabilidad definen toda una pauta de vida y una subjetividad marcada por la alternancia entre el paro, el trabajo temporal y periodos de formación intermitente. El presente gobernado por el signo de la crisis ilustra el carácter cíclico y endémico de las crisis capitalistas.
Pero los momentos de crisis no son la única manifestación de la decadencia capitalista. No se trata de la simple gravedad de la hecatombe cíclica, ni de que dicha hecatombe vaya a generar un desborde revolucionario. Por ello decimos que es la propia sociedad burguesa la que está en una crisis general y permanente.
Que en toda reproducción de las relaciones sociales del capitalismo, no solo en los momentos de recesión
aunque en estos se agudicen, se producen violencias y luchas, y que en consecuencia la solución solo
puede ser hacer que estas luchas, que esta reacciones instintivas a las violencias cotidianas, se conviertan en una lucha consciente contra el sistema capitalista y organizada día a día, hora tras hora, en cada punto de la producción social
La crisis de 2008-2014 se saldó con una intensificación de la explotación sobre el conjunto de la clase obrera. La amplísima respuesta obrera y popular a la crisis y su gestión fue no obstante encuadrada bajo dirección política de la pequeña burguesía y la aristocracia obrera, que actuaron en consecuencia a su posición social sirviendo de lugartenientes obreros y populares de la clase capitalista. Su discurso reformista e interclasista, dirigido a aumentar la representación de estos sectores sociales y sus sensibilidades en el bloque de poder capitalista en España, sirvió de argamasa del sistema y garantizó la contención de la protesta social en lógicas y prácticas burguesas.
Esta fue la arcilla sobre la que se construyó la nueva socialdemocracia, desde 2019 parte del gobierno de coalición y que ha jugado el papel de llevar a término la actualización del capitalismo español. En un momento en que los márgenes de la política burguesa son cada vez más estrechos, su papel no ha
podido ser otro que el de apuntalar, con un alto grado de consenso social, la concreción de las tendencias del capitalismo contemporáneo.
Que la esperanza de una alternativa capitalista más amable, del tipo de los Estados de Bienestar, sea hoy más difícilmente asumible no significa que el programa socialdemócrata haya dejado de tener amplia influencia entre la clase. Significa que la socialdemocracia en bancarrota asume a día de hoy un discurso de «contención frente a la barbarie» del programa de máximos del gran capital. Renuncia al discurso y aspiraciones de la socialdemocracia histórica, aún cuando su papel histórico de lugartenientes obreros de la burguesía siga invariable.
Esta rearticulación política no se sale de lógicas burguesas: a través de la resignación y el apoliticismo, a través de un mayor cierre fragmentario e identitario, a través del derrotismo que se parapeta en la lógica del mal menor, a través de nostalgias de tiempos pasados o a través de las posturas ultrareaccionarias y ultraliberales. Todas estas expresiones encuentran vías de fácil difusión y amplificación entre extensas capas de la juventud y conectan multifacéticamente con los intereses contemporáneos del gran capital o de otros sectores burgueses.
El periodo que abarca el próximo mandato es el de la antesala e inicio de la respuesta obrera y popular a la crisis capitalista. La propuesta que vertebra el papel de los CJC es la de asumir un papel audaz sobre la realidad política: el papel de promover y fomentar las condiciones de la lucha de masas que favorezcan el avance del proyecto revolucionario en nuestro país. Afrontamos un momento de auge reaccionario y tensionamiento social acumulado que discurren en paralelo con la desilusión de amplios sectores
populares con la gestión socialdemócrata. Los hijos e hijas del pueblo trabajador han asimilado un presente de resistencia y resignación ante la miseria que se les presenta como único escenario posible.
Exigirse real y prácticamente la tarea de construir hegemonía proletaria en este escenario implica transformar esa rabia en respuesta popular a la crisis en coordenadas revolucionarias. Lo cual exige evitar toda posición de expectación y retaguardia y, por contra, promover activa y enérgicamente de las condiciones de la lucha de masas que coloquen al comunismo en disposición de dirigir, organizar y amplificar posiciones.
Dejar de ser prisioneros de la esclavitud asalariada significa comenzar a ser sujetos conscientes, políticamente actuantes sobre el devenir histórico. Se trata de imponer nuestra voluntad política de clase independiente. Esa es la propuesta militante, a largo plazo, de compromiso diario y permanente, orientada a la autoorganización de la clase obrera y la construcción de espacios de poder propio frente al poder del capital.
La fuerza militante implica la superación de las formas de accionar político burgués: del activismo, entendido como forma de acción política representante del inmediatismo, el individualismo y la concepción fragmentaria del mundo; de las formas que adoptó la respuesta obrera y popular en el ciclo de movilización de 2008. También como alternativa a la resignación. Hacemos a la juventud una propuesta militante en las organizaciones de masas y en la Juventud Comunista.
Si bien los órganos de poder proletario tienen germen en las propias estructuras organizativas de la clase, atravesamos un momento de descomposición y destrucción de aquellas formas que lo conformaban, incluidas aquellas que, como los sindicatos, sin la intervención comunista sirven para reforzar el consenso y la paz social. Los CJC nos proponemos la tarea de ser el pegamento que rearticule la lucha de masas juvenil en nuestro país. Se trata de que del proceso de respuesta a esta crisis la clase obrera y su juventud salga reforzada política y organizativamente.
Estar en disposición de plantearnos esta tarea tiene que ver con el proceso de construcción organizativa de los CJC y nuestro Partido, el PCTE. A nivel interno, el trabajo fundamental en el periodo intercongresual que cierra ha consistido en el refuerzo de la centralidad, punto nodal de toda organización leninista, a través de la definición de sistemas y momentos para la planificación central y unificada del trabajo político de toda la organización. Ello a su vez ha repercutido en nuestras capacidades de intervención y dirección entre la juventud obrera.
El Plan Estratégico del Consejo Central sitúa la planificación de los debates y las prioridades políticas de trabajo del CC, el Plan de Trabajo Anual unifica la línea política y los objetivos de los CJC a todos los niveles cada curso político; y el Joven Comunista es el órgano transmisor de los acuerdos del CC después de sus plenos para la planificación-ejecución de los mismos a nivel de base-intermedio.
Durante este periodo se trata de asentar dichos sistemas a la vez que se coloca el acento en desarrollar el papel político —de aplicación creativa y concreción de la política central— de Comités Regionales, Comités Locales y Sectoriales y colectivos de base. Si el periodo 2019-2022 estuvo gobernado por la consigna de «colocar lo político ideológico al mando», que implicaba reforzar la centralidad político-ideológica de los CJC, el periodo que abre lo hace bajo la máxima de hacer de la Juventud Comunista una «fábrica de dirigentes de masas». De lo que se trata es de que esa centralidad político-ideológica se sustancie en capacidad de intervención de masas y por tanto en una extensión de la democracia proletaria y su institucionalidad.
El concepto de tribuno popular condensa la vocación dirigente del partido comunista a través de cada uno de sus militantes. El tribuno popular es aquel capaz de presentar ante cada forma de violencia el mapa general de explotación capitalista, la relación entre las clases sociales, de hacer comprender las tareas políticas del momento y la necesidad de la lucha por la construcción del socialismo-comunismo.
Se trata ésta de una comprensión fundamentalmente práctica, que no nace únicamente de las labores de agitación y de propaganda y que se forja al calor de la intervención comunista en el seno de la lucha de masas. La política comunista implica generación de espacios y estructuras de participación, deliberación y combate en los espacios de vida y trabajo de nuestra clase. Si la clase obrera es sujeto revolucionario, el trabajo de elevación de la lucha económico-espontánea a lucha político-revolucionaria consiste en hacer de ésta un sujeto activo y conocedor de la potencialidad histórica universal de su lucha.
La dominación burguesa se funda y origina en las propias relaciones de producción capitalistas y es en el terreno de las relaciones sociales donde el proletariado se configura como clase social revolucionaria. Esto quiere decir que la propia vida social contiene potencialidades, de ahí que las reacciones espontáneas defensivas de la clase sean ‘embriones de conciencia’. Por eso los comunistas intervenimos en las luchas parciales: porque es el Partido el que desde fuera de las lógicas capitalistas, de los cada vez más estrechos márgenes de la política burguesa, con una política y temporalidad propias, a través de cada uno de sus militantes y sus organizaciones, puede insertar tales luchas en un proceso largo y sostenido de lucha contra el capital.
La mayor vulnerabilidad de la fuerza de trabajo juvenil dificulta su organización sindical. La fragmentación, la temporalidad, el trabajo a demanda, la parcialidad y la externalización imponen serias dificultades a los trabajadores jóvenes. La progresiva articulación de mecanismos de flexibilización externa e interna y la consiguiente individualización del trabajo colisiona con las herramientas tradicionales de representación legal de los trabajadores. En el marco del proceso de actualización del capitalismo, como parte de la ofensiva general del capital contra el trabajo, las conquistas de nuestra clase se ven amenazadas, susceptibles de erosión progresiva por las nuevas formas de organización del trabajo.
Formas y transformaciones multifacéticas, vinculadas al desarrollo de las fuerzas productivas, en contradicción con las relaciones sociales de producción y, como parte de la misma situación histórica, también con el grado de conciencia y organización de las clases sociales. Suponen por tanto una confirmación de la necesidad de la política comunista, de la construcción de la base organizativa del Partido, en el seno de la producción: allí donde se originan y más abiertamente se expresan las contradicciones capitalistas. La tarea del partido y la juventud comunista es la de dirigir y organizar a la clase, construir hegemonía proletaria, desde los espacios de vida y trabajo de la clase, en contacto con la clase a través de todas las transformaciones de la situación objetiva.
Para la Juventud Comunista es, por tanto, una prioridad la organización de la juventud trabajadora apegada al centro de trabajo, en aplicación de la política del Giro Obrero del PCTE. En un momento de desarticulación de la organización obrera especialmente significativa entre la juventud, dirigir el proceso de recomposición política y organizativa de la clase obrera juvenil es imprescindible para organizar la revolución. Lo cual hoy pasa por afinar las vías para lograr construir organización e influencia comunista en los centros de trabajo, utilizando para ello todas las herramientas y altavoces a nuestra disposición.
Desde hace años los CJC trabajamos en la perspectiva de la extensión y la sectorialización como dos pilares imprescindibles en nuestra política y estrategia organizativa. Este enfoque responde a la vocación de intervención de masas y construcción de organización juvenil comunista en cada vez más espacios de vida, estudio y trabajo de la clase.
Ambas responden a un criterio de planificación política y dirección de los órganos centrales, que se concreta en los órganos intermedios y colectivos de base. En el periodo que abre, uno de los objetivos esenciales será el de trabajar en formas más profesionalizadas y sistemáticas de extensión y sectorialización, que faciliten el encuadramiento militante de todo joven interesado en los CJC.
Al escenario de gobierno socialdemócrata, en 2020 se le añadió el confinamiento y la paralización de la vida educativa, que cercenaba los espacios de socialización sobre los que se fundan las posibilidades de organización del estudiantado. No obstante, durante los últimos años, la creciente influencia comunista en el movimiento estudiantil ha permitido la pervivencia, reorganización e impulso de la movilización en coor-denadas clasistas en el proceso de progresiva vuelta de la vida educativa. Frente a ciclos de movilización anteriores, esta persistencia supone la existencia de una vanguardia sindical con capacidad para impulsar, dirigir, organizar y dotar de una mayor amplitud político-ideológica al movimiento ascendente de las masas.
La potencialidad de articular una respuesta organizada en todo el país, gracias a la existencia de una organización estudiantil unificada supone un avance respecto a la fragmentación característica del anterior ciclo, en el que la fuerza del estudiantado en un centro de estudios o territorio no tenía canales para fortalecer al conjunto del movimiento de masas. A su vez, la imbricación constante entre el conjunto del estudiantado y la organización estudiantil en los centros de estudio permite encuadrar la participación de las masas a distintos niveles y de forma permanente, y no sólo en momentos puntuales como ocurría en el ciclo anterior, lo que impedía la participación democrática y vinculante del conjunto del estudiantado en el devenir de su propia lucha.
En definitiva: el sindicato estudiantil estatal, la organización de masas unificada, juega un papel fundamental en la construcción de un nuevo movimiento estudiantil, porque lo juega también en el proceso de dotar de un horizonte reivindicativo, una propuesta político-organizativa y una escuela de lucha al estudiantado. Los y las jóvenes comunistas trabajamos por asegurar su capacidad de impulsar la movilización, de aumentar la conflictividad en clave clasista desde la cotidianidad de los centros de estudio y de articular los distintos niveles y espacios de encuadramiento de masas que les doten de capacidad de participación y organización política.
La propuesta comunista es una propuesta a la ofensiva: la de desplegar todo el potencial de este accionar unificado, avanzar posiciones en la correlación de fuerzas y vivificar un movimiento estudiantil enraizado en los centros de estudio. Es una propuesta ligada a la construcción de ejército político: aspiramos a generar una masa organizada en coordenadas revolucionarias en distintos niveles y con distintas formas de expresión, con fronteras susceptibles de aumentar y reducir su tamaño, pero estable en cuanto a su institucionalidad y con la voluntad de amplificar su capacidad de influencia.
En los espacios de vida de la clase se manifiestan de múltiples formas las contradicciones y violencias del capitalismo en su fase monopolista. Destaca el problema de la vivienda, vinculado a la concentración de la producción en las grandes ciudades y que expresa la incapacidad del capitalismo para la reproducción de la fuerza de trabajo a la vez que revela el carácter de clase del Estado cuando toma la forma de violencia y brutalidad policial. Allí donde la clase esté desarrollando una lucha contra la violencia capitalista en el ámbito residencial, los comunistas no podemos permanecer ajenos. Nuestra intervención es parte necesaria de la articulación de la alianza social de la clase obrera y las capas antimonopolistas hacia la construcción del socialismo-comunismo.
Durante los últimos años los CJC hemos aumentado nuestra intervención en el movimiento vecinal, de forma correlativa al avance de nuestra organización, lo que ha permitido un acumulado de experiencias. Trabajo que vinculamos a la generación de espacios de participación popular en los barrios: los Centros Obreros y Populares (COP). Los CJC trabajamos en la creación y desarrollo de COP en nuestros barrios, buscando amplificar al máximo la participación de la juventud del barrio en las actividades que en él se desarrollen, favoreciendo la asociación y participación popular que fomente formas embrionariamente comunistas de relacionarse. La generación de institucionalidad propia de los COP permite, a su vez, generar sinergias entre los distintos frentes y estructuras de masas.
La denuncia de la violencia capitalista hacia las mujeres ha de formar parte de nuestra intervención en todos los frentes de masas, con el objetivo de aumentar el grado de organización de las mujeres jóvenes en las estructuras de masas, generar experiencias de organización propia de la clase obrera femenina y vincularlas al movimiento revolucionario y sumarlas la lucha por el socialismo-comunismo: la lucha por la superación y el derrocamiento del sistema que fundamenta la violencia que en tanto que mujeres sufrimos en nuestra vida cotidiana.
Las conclusiones de la I Conferencia de Agitación y Propaganda y Comunicación Política de los CJC
celebrada a finales del mandato anterior, conforman los objetivos a medio y largo plazo de trabajo en el área: fijar los principios y líneas rectoras en nuestro trabajo de Agitación y Propaganda, sistematizarlos mecanismos comunicativos con los que contamos, extraer conclusiones de los avances más recientes, y colocar, con unos raíles claros y acertados de desarrollo, los objetivos para los próximos años.
La agitación y la propaganda no se entienden sino desde la tarea comunista de elevación de conciencia y construcción de movimiento revolucionario. Hacer de estas líneas práctica política debe ser la tarea de un periodo en el que colocamos el acento en el papel activo e interviniente de nuestra organización, y muy especialmente en sus organizaciones de base.
El desarrollo, clarificación y fortalecimiento político-ideológico es un momento fundamental del avance del proyecto revolucionario. Durante este periodo, todo el sistema formativo del Partido y los CJC se unificará bajo dirección del primero.
Esto permite a su vez enfocar y vincular los objetivos en el área de formación de este periodo con el enfoque general de aumentar de nuestra capacidad dirigente sobre el movimiento de masas. Esto pasa por generar mecanismos de trabajo —como el espacio web de formación Trifón Medrano o el Cuadernillo del Nuevo Militante— hacia los jóvenes interesados en la militancia comunista cuyos primeros pasos en el estudio del marxismo-leninismo se coloquen en la órbita del proyecto revolucionario.
En cuanto al Campamento, la prioridad durante este periodo la colocamos en la amplificación de su alcance: en hacer de éste un evento anual con contenido político y formativo introductorio, pero también ocio y camaradería, al que aspiramos que cada año puedan asistir más personas del entorno de la organización y jóvenes trabajadores en general. Esto implica aumentar también las actividades que, con el mismo espíritu de generar espacios de ocio y camaradería, realizan los Comités Regionales en sus respectivos territorios los meses previos.
El significativo crecimiento del proyecto del Campamento de la Juventud en los últimos años, junto con la unificación del trabajo formativo con el PCTE nos lleva a incorporar, junto y bajo dirección del Partido, un nuevo evento en la vida interna de los CJC: la Universidad de Verano, que le precederá en fechas y cuya temática gobernará la del Campamento.
En el plano internacional, los CJC seguimos comprometidos con dar los pasos necesarios para la estructuración de un polo marxista-leninista juvenil a nivel internacional. En un escenario en el que el estallido de la guerra ha intensificado las posiciones que anteponen el criterio geopolítico al análisis científico o criterio clasista, situando a la clase obrera bajo la bandera de una u otra burguesía en conflicto, los CJC defendemos el internacionalismo proletario y consecuentemente, buscamos organizar a la juventud de extracción obrera y popular bajo su propia y única bandera.
La solidaridad internacionalista con los pueblos del mundo se traduce en la lucha en nuestro país contra la guerra imperialista, contra la implicación de España en cualquier conflicto imperialista y en la lucha por la condena y la salida de las alianzas imperialistas de las que nuestro país forma parte: la UE y la OTAN; así como en la lucha firme contra la causa última de dichas guerras: el sistema capitalista en su fase monopolista.
Consecuentemente, nuestra participación en el movimiento comunista internacional juvenil tiene el objetivo de contribuir, desde todos los espacios de coordinación y trabajo conjunto en los que participamos, al avance de las posiciones coherentemente internacionalistas con la perspectiva del reforzamiento del comunismo y el movimiento revolucionario a nivel mundial.
La existencia de las condiciones para que nuestra organización se proponga estas tareas y pueda pisar firme el terreno para llevarlas a cabo discurre paralelo al crecimiento organizativo de los últimos años. La mayor capacidad de dirección política centralizada y unificada sobre círculos cada vez más amplios de jóvenes, las mejores condiciones para la amplificación de nuestras posiciones y propuesta política, el desarrollo político-organizativo y los avances en la construcción interna de nuestra organización, hacen que podamos plantearnos el objetivo de ser la referencia comunista para la juventud trabajadora.
Esta referencialidad va de la mano del avance de las posiciones comunistas en el escenario general de la lucha de clases y se proyecta en la afirmación de nuestra organización como heredera de las mejores tradiciones del comunismo nacional e internacional. Implica esto afirmarnos también como Juventud Comunista llamada a continuar tejiendo el hilo rojo en nuestro país: Juventud Comunista heredera de toda una tradición de lucha que asume la tarea práctica de vivificar las aspiraciones revolucionarias que movieron a millones de jóvenes comunistas lo largo de la historia.