La solidaridad entre la clase obrera española y argentina tienen varios nombres, como los 500 comunistas argentinos enlistados en las Brigadas Internacionales, como los camaradas argentinos destinados a organizar el Partido Comunista de España en la década del 30, pero sin duda un nombre que une la amistad de estos dos pueblos es Raúl González Tuñón.
Raúl nació en el seno de una familia obrera, inmigrantes españoles, más precisamente de abuelos asturianos, que llegaron a Buenos Aires y se instalaron en el barrio porteño de Once. Si hay que describir a Raúl, podemos decir que fue un destacado poeta, que su obra siempre fue a favor de los intereses del proletariado, también que fue un comunista abnegado y que ha entregado su vida a la causa del socialismo-comunismo.
Sus primeros poemas aparecen a fines de 1922, en la revista argentina “Caras y Caretas”, y ahí empezaría su trayectoria como el poeta revolucionario que fue. La poesía en ese momento -y hasta ahora- no reflejaba las situaciones que vivía cotidianamente la clase obrera, no hablaba de revolución social, ni de romper las cadenas de la explotación capitalista, la poesía combativa era desconocida en nuestras tierras hasta ese momento, y Raúl vino a romper con ese esquema elitista del arte para ponerlo a disposición de la clase obrera y el pueblo.
Con una trayectoria como poeta, se afilia al Partido Comunista Argentino, el cual sería miembro activo hasta el último día de su vida. Con su poesía revolucionaria también vendría acompañada la persecución y la cárcel, a principio de los años 30 con el poema “Las brigadas de choque” lo encarcelarían por incitación a la rebelión, lo cual la justicia solicitaba 2 años de prisión. Rápidamente se formaron solicitudes pidiendo por su liberación, los artistas e intelectuales reunidos en la Agrupación de Intelectuales, Artistas, Periodistas y Escritores (AIAPE), y los intelectuales y artistas españoles como Federico García Lorca, Vicente Aleixandre, León Felipe, Miguel Hernández. Gracias a la solidaridad internacional, el camarada Raúl no cumplió esa condena, y gracias a la defensa del destacado abogado comunista argentino, Rodolfo Aráoz Alfaro. El poema mencionado sin duda desafiaba al poder burgués, la pluma y las letras de Raúl eran un arma de combate, el poema tiene ese fervor proletario, como cuando dice:
“No pretendo realizar tan sólo el poema político
No pretendo que mis camaradas sigan por ese camino
Que cada cual cultive en su intimidad el dios que quiera
Pero reclamo de cada uno la actitud revolucionaria frente a la vida
pero reclamo el puño cerrado frente a la burguesía
He reconquistado el fervor y tengo algo que decir:
Se llama brigadas de choque a las vanguardias lúcidas
de los obreros especializados
en la URSS, nombre caro a nuestro espíritu
Formemos nosotros, cerca ya del Alba motinera
las Brigadas de Choque de la Poesía.”
En 1935 se instala en España, donde refuerza el vínculo con García Lorca y otros artistas e intelectuales españoles de la época. Su vínculo con España se hace cada vez más estrecho, no solo por su ascendencia asturiana, también con la clase obrera española y las luchas que se desarrollan y se seguirán desarrollando en la década del 30.
En su primera estadía en España, escribe su poema “La Libertaria”, que posteriormente será musicalizado y popularmente difundido entre los combatientes republicanos. Raúl escribe ese poema en homenaje a Aída Lafuente, muerta en la cuenca minera de Asturias, en 1934. Él se encontraba en España cuando fue reprimida sangrientamente la huelga en la cuenca minera de Asturias. Raúl escribía:
“La explosión trajo la muerte, la muerte trajo la aurora
color de muerte y de sangre tiene la bandera roja.
Venid todos, camaradas de la cuenca a la redonda,
para ver cómo sonríen bajo la bandera roja
Para ver a los que hicieron volar el puente a la aurora
La explosión trajo la muerte, la muerte trajo la gloria.”
Cuando estalló la guerra revolucionaria en España, volvió al país para poder aportar a los republicanos. En ese contexto publica dos textos que son de gran popularidad de la autoría de Tuñón, que fue “La Rosa Blindada”, que era un homenaje a la insurrección de Asturias, y “8 documentos de hoy”, donde era una recopilación de poemas en defensa de la república y que condenaba al fascismo.
Comienza “La rosa blindada” haciendo historia de su propia familia, su primer poema es dedicado a su abuelo Manuel Tuñón, un inmigrante asturiano que trabajó toda su vida en Argentina como obrero y militó por la causa del socialismo. Raúl rescata su origen proletario, y refleja su ascendencia revolucionaria; dice:
“Era un obrero de bronce
aquel que en Mieres nació.
…Tenía yo nueve años
cuando un día me llevó
por entre los sobresaltos
de una manifestación.
Así nací al socialismo,
así comunista soy,
así sería si viviera
mi abuelo Manuel Tuñón”
Raúl González Tuñón cree que la insurrección de Asturias es la antesala de la revolución, un movimiento que demuestra la combatividad de los mineros y la clase obrera española. Termina el poema: “Pena grande que no viva/ para verla como yo/ a Asturias en pie de sangre/ para la revolución”. Todos los poemas de la primera parte de “La rosa blindada” tratan el tema de la insurrección de Asturias: “Algunos secretos del levantamiento de Octubre”, “La Libertaria”, “La muerte del Roxu”, “El pequeño cementerio fusilado”, “La muerte derramada”, “Dos historias de niños”, entre otros. Con estos poemas, Raúl buscaba mostrar la heroicidad de los obreros, su determinación de luchar. Los obreros no demuestran miedo y, si tienen que enfrentar la muerte, lo hacen con heroicidad. Sus mujeres e hijos los respaldan: no son sólo ellos los heroicos. Con estos poemas nuevamente mostraban cómo convertía sus letras en armas de combate para la revolución. González Tuñón no solo a través de poemas materializaba lo que pensaba, también estuvo presente en los frentes de combate, visitándolos, específicamente en Jarama y Utrera.
Mientras en su estadía en España, se editaban los libros de Raúl en Buenos Aires, “La muerte en Madrid” y “Canciones del Tercer Frente”, que también aportaban a visualizar el cuadro de situación que estaba viviendo España.
La poesía de Raúl González Tuñón tuvo otra visión, desde un ángulo donde la clase obrera podía acceder, donde era sencillo de consumir, porque Raúl creía que el arte era patrimonio de los trabajadores y no de los patrones. Con su poesía aportó enormemente a la lucha por la revolución socialista, y es el legado que nos deja a 50 años de su partida.