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Darío CaraballoRevista JuventudTomás Ferreira

Entrevista a Serafín Baldeón, cuarenta años de militancia comunista

By 18/07/2025No Comments

«En la Escuela Superior del Komsomol, cientos de jóvenes de cualquier lugar del planeta que uno alcanzara a imaginar estudiábamos juntos teoría revolucionaria, siguiendo un programa que era evaluable y aplicable; pues además de aprender filosofía, movimiento comunista internacional, o economía política, recibíamos enseñanza acerca de la propia experiencia del movimiento comunista en España»

 

Nacido en 1967, comenzaste tu militancia en los CJC con tan solo 16 años, casi en el mismo año en el que se funda nuestra organización. Es un placer para nosotros poder contar contigo en este nuevo número del Juventud! para ver con perspectiva el hilo rojo que conecta a tu generación militante con las de la juventud del presente. Cuéntanos, ¿cómo fue tu proceso de introducción en la militancia comunista?

La inquietud, la efervescencia política que se vivía en aquellos años era difícil de esquivar para un joven en una ciudad industrial con agudas expresiones de la lucha de clases. Desde el primer momento, desde la fundación, los militantes del Pecepunto (P.C.), que más tarde pasaría a llamarse PCPE, agitaban en las calles de la ciudad con estilo bolchevique, aventajando a cualquier otra organización que se reclamara de los trabajadores. El órgano de expresión del Partido era voceado por las calles, grupos de camaradas ofrecían información de modo activo, en los centros de estudios vi como jóvenes ostentaban Nuevo Rumbo con orgullo y descaro. Un local, además, con sus emblemas bien a la vista fue un imán irresistible, para como he dicho, un joven que rechazaba de modo primario pero categóricamente el capitalismo.

El proceso de unidad que dio vida al PCPE en 1984 y a los CJC en 1985 no estuvo exento de dificultades, y a pesar de los honestos y grandes avances en la recuperación del marxismo-leninismo en nuestro Partido, hoy podemos reflexionar desde la autocrítica y percibir algunas dinámicas heredadas del eurocomunismo. El Giro Obrero y la bolchevización de la estructura partidaria, que puso de nuevo la centralidad de nuestro Partido en el ámbito productivo, vino a superar muchas de aquellas dinámicas. Cuéntanos, ¿cómo has vivido a lo largo de tu trayectoria militante todo este largo proceso de desarrollo y maduración de los CJC y del PCTE?

La organización bajo unas siglas partidarias de diversas corrientes de inspiración leninistas, fue un hecho, primeramente inevitable y después necesario, pero los intereses incrustados por años de militancia en condiciones, mucho tiempo de clandestinidad, la interpretación de la estrategia mediante análisis hechos en otro periodo, la escasa práctica de métodos leninistas crearon una fusión frágil, que en última instancia era, sobre todo, una expresión articulada contra el eurocomunismo.

Se desarrolla una política inconexa con un vago programa donde el socialismo-comunismo es casi una exhortación que se sujeta a una deslavazada articulación de políticas avanzadas en los frentes de masas, políticas que se activan sin conceder al sujeto revolucionario la dirección de su propio movimiento.

Así, las interpretaciones mecanicistas del materialismo histórico se superponían a una organicidad, eso sí, infinitamente más democrática que la de los usurpadores bajo las siglas del PCE, generando un derroche de fuerza voluntarista y entusiasta en la dirección equivocada. Esa inercia anti-analítica, no resistió contra la necesidad de la clase organizada de dotarse de modo integral de la herramienta para destruir la sociedad caduca y edificar el socialismo-comunismo.

Ésta última siempre estuvo en las raíces del nacimiento de nuestra organización y, convenientemente regada por los que siempre tejen el hilo rojo a lo largo de la historia, florece ahora vivamente.

Como decíamos, el Giro Obrero supuso un cambio fundamental en la orientación política de nuestra intervención tanto en el ámbito del movimiento obrero y sindical como en el del movimiento estudiantil. Para los jóvenes comunistas, la experiencia de aquellos que nos precedieron es clave para obtener nuevas lecciones organizativas. ¿Qué tipo de experiencias podrías comentarnos sobre las luchas sindicales durante tu militancia?

La actividad política juvenil, como decía al principio, era muy activa en una ciudad con una clara conciencia de la lucha de clases. Todo partido que se preciase como tal, organizaba a su sección juvenil. Los partidarios del capitalismo sin ambages actuaban en el ámbito juvenil bajo las enseñas de la socialdemocracia, del conservadurismo o incluso bajo siglas liberales o cristiano-demócratas. También tenían presencia en Avilés organizaciones trotskistas, maoístas u hoxaistas.

El surgimiento de los CJC con su doctrina liberadora, con la defensa sin ambigüedades del socialismo existente y su estilo leninista, atrajeron de modo súbito a lo más avanzado de entre la mocedad local. La vocación de servicio a la clase, la primaria comprensión de servir de herramienta liberadora, situó el trabajo de los CJC en la comarca en aquellos lugares donde los trabajadores se encontrasen.

Tres colectivos se agruparon bajo un comité comarcal, dos trabajando en centros de estudios (FP y Media), y uno territorial. Inmediatamente, y a pesar de la oposición del eurocomunismo, dirigimos la sección juvenil del Sindicato.

En las luchas en el ámbito de la mujer trabajadora, fuimos pioneras, en el Movimiento por la Paz, una constante tarea (OTAN NO, Nicaragua Sandinista y cualquier agresión del imperialismo, era combatida por nosotros). Alzamos solos, los jóvenes Cejotacé, la reivindicación de la lucha durante la guerra Nacional Revolucionaria y lo que llaman Memoria Histórica. En una sociedad donde la heroína extinguía la vida de un modo implacable, los CJC organizábamos la lucha política contra su extensión sin tasa.

Bajo la dirección del Partido, no hubo reivindicación de los trabajadores donde no actuáramos; agitando y propagando incansablemente.

Por otra parte, tu militancia, como la de todos los comunistas a finales del siglo pasado, está marcada por el triunfo de la contrarrevolución en la Unión Soviética. ¿Cómo viviste aquella crisis y cómo afectó a tu militancia?

La crisis en el socialismo no interfirió de un modo directo, no torció la fe en su futuro. Generó, sí, ansiedad y necesidad de respuestas (no solo en cuanto a lo interno sino de cara al exterior). Es más bien la sacudida en la estructura del Partido, con la marcha de una parte de la militancia hacia el PCE o también a su propia casa la que produjo un daño mayor. En mi caso en particular, lo asumí como una derrota temporal, que con el tiempo supe que se fraguó durante años.


Reunión de colectivo en Avilés en el año 1988. Serafín Baldeón.

¿Y cómo ves el actual reagrupamiento en torno al polo leninista internacional?

No existe mayor sensación de convencimiento en la victoria del socialismo-comunismo, que saber que este es un proyecto de carácter integral, que usa un mismo lenguaje para una única estrategia. Es ese el único camino: crear un mecanismo internacional efectivo para unificar en torno al leninismo.

Nos contabas en privado que fuiste a la Escuela Superior de la Juventud Comunista en Moscú en los últimos años de la URSS. Háblanos sobre aquella experiencia.

Estudié durante un curso académico. La primera sensación, jamás la olvidaré: la organización ha depositado en ti la confianza, estudiarás la ciencia del marxismo-leninismo en las mejores condiciones existentes.

Una vez allí, al margen de encontrarte en la patria primera del comunismo y la carga de emotividad que se absorbe a través de los símbolos y las imágenes con las que los trabajadores se habían dotado a través de años de cultura proletaria, existe una percepción liberadora que proviene, no ya de no tener que disimular tu militancia proletaria, sino que esta es divisa de máximo orgullo.

En la Escuela Superior del Komsomol, cientos de jóvenes de cualquier lugar del planeta que uno alcanzara a imaginar estudiábamos juntos teoría revolucionaria, siguiendo un programa que era evaluable y aplicable; pues además de aprender filosofía, movimiento comunista internacional, o economía política, recibíamos enseñanza acerca de la propia experiencia del movimiento comunista en España.

En Moscú estudié junto a un estupendo grupo de camaradas de casi cualquier territorio de España. Muchos, siguen siendo, ya no amigos, sino guardianes que me recuerdan que aquello no fue un sueño.

Has trabajado, entre otras cosas, como obrero químico, auxiliar en minería, camarero o profesor, pero también te dedicas a pintar. En este mismo número reproducimos una de tus ilustraciones sobre una reunión de tu colectivo en Avilés en el año 1988. Nos gustaría saber qué piensas sobre la creación artística vinculada al proyecto revolucionario de la clase obrera.

La condición de comunista nunca desaparece en el transcurso de las diversas facetas de la vida, es más, condiciona todas estas. El oficio de revolucionario es tan principal que no se puede concebir la creación artística sin poner como protagonista de esta a la clase que lleva consigo el futuro.

Muchas veces no se trata, y simplificaré, de crear imágenes donde se representa la lucha, su épica, la heroicidad de un modo arquetípico; muchas veces se trata de no recrear acríticamente los episodios culturales del enemigo de clase.

El trabajador de la cultura debe hacer trabajo que empuje hacia el futuro y ha de ser cuidadoso en propagar las obras que el proletariado y el pueblo ha creado por decenas de miles.

No podemos acabar esta entrevista sin preguntarte: ¿Cómo ves, tomando perspectiva, el desarrollo de los CJC desde su fundación hasta el día de hoy?

Los CJC son la única organización que permanece, la única reconocible desde hace ya más de treinta años y el motivo es que aún a través de errores, vamos a decir, en lo táctico, porta la verdad del futuro hermoso y sistematiza el trabajo para llevar a la práctica la doctrina con la aspiración de que esta sea cierta por su carácter implacablemente científico.

Por último, ¿qué mensaje darías para la juventud trabajadora del presente?

La única respuesta a cada una de las preocupaciones que persigue a un joven bajo el capitalismo, es organizarse bajo las banderas revolucionarias. Después de esta acertada elección, habéis de saber que ser un o una joven comunista es un oficio que continúa durante toda la vida. Con el paso del tiempo, solo tiene el inconveniente de que el envoltorio corpóreo en el que habita, se oxida y requiere de un mayor tiempo de reacción.

Felicidades entonces por decidir ser comunistas, la pasión por el futuro hermoso os acompañará toda la vida.