Los Colectivos de Jóvenes Comunistas celebramos este 2025 nuestro cuarenta aniversario y ante esta efeméride resulta pertinente volver la mirada atrás para revisar, con el acumulado de experiencia del presente, la historia que nos ha llevado a los CJC a ser lo que somos hoy. Una historia íntimamente ligada a la del movimiento comunista nacional e internacional y que, con sus aciertos y sus errores, sus victorias y sus derrotas, forma parte de la memoria política del proletariado y debe servirnos, hoy, como arma de presente para pensar, organizar y luchar por un camino revolucionario: por recoger el testigo y culminar la obra de todos los jóvenes comunistas que nos precedieron.
El hilo rojo de la clase obrera con el que nos aseguramos no de resistir el presente ni de repetir el pasado, sino de conquistar el futuro bordando la juventud del mundo por nacer.
Los CJC nacimos el 13 de enero de 1985 como organización juvenil del Partido Comunista de los Pueblos de España, que había surgido un año antes en el llamado Congreso de Unidad de los Comunistas. Aunque sumido en un contexto de confusión ideológica y programática, atravesado por los conflictos del movimiento comunista internacional, el PCPE constituyó el mayor intento de la militancia leninista opuesta a la deriva eurocomunista del PCE de recuperar la herramienta partidaria del proletariado revolucionario. La reivindicación del leninismo y del programa de la dictadura del proletariado sirvió para agrupar a los sectores comprometidos con la política genuinamente revolucionaria. Establecidos los principios, el desafío al que se enfrentaría su militancia a partir de entonces sería definir una estrategia adaptada a la realidad del mundo contemporáneo.
Los CJC surgimos, así, ligados a la defensa de los principios, tradición y programa del proletariado revolucionario, como escuela de cuadros que aspiraba a transmitir y asentar los principios del comunismo científico entre la juventud obrera. Durante la segunda mitad de los años ochenta, este compromiso encontró expresión en la intervención y dirección de la oposición obrera a algunas de las principales medidas del segundo gobierno de Felipe González. Ante las reformas del sistema universitario y la transferencia de subvenciones a la educación privada y concertada de la LODE el PSOE se encontró de frente la lucha estudiantil. Ante el aumento desmesurado del paro, la privatización de empresas públicas y la precarización del Estatuto de los Trabajadores (1984) encontró lucha obrera. Ante la militarización y unión de España a la OTAN encontró lucha internacionalista. Ante cada ataque violento por parte del Estado, los CJC respondimos con las palabras de Lenin: ¡organizar, organizar, organizar!
Sin embargo, a pesar de la amplia capacidad de convocatoria y dirección de masas demostrada en estas movilizaciones, las consecuencias del eclecticismo y debilidad político-ideológica no tardaron en golpear con fuerza al PCPE y los CJC. El seguidismo mecánico y acrítico de la línea marcada desde la URSS sumieron al proyecto en una profunda crisis con el triunfo de la contrarrevolución en el Bloque del Este, y los CJC experimentamos un proceso de disgregación que redujo a nuestra organización a su mínima expresión y paralizó nuestro trabajo político. A la debilidad organizativa se le unió la político-ideológica, y en el proceso de crisis del movimiento comunista internacional Partido y Juventud experimentamos un debilitamiento de las posiciones marxistas-leninistas y, ante todo, una pérdida de la perspectiva de análisis totalizante del comunismo científico. No fue hasta 1997 que nuestro IV Congreso puso fin a la crisis organizativa y sentó las bases de un lento pero constante proceso de recuperación organizativa y recomposición político-ideológica que llega hasta nuestros días.
Este proceso de recomposición se concretó, durante los años de consolidación del régimen capitalista post-transición (1995-2008), en la recuperación de ciertas dinámicas leninistas de dirección central e intervención política, en un paulatino crecimiento organizativo y en la recuperación de nuestras relaciones internacionales y trabajo en la Federación Mundial de la Juventud Democrática (FMJD). Paralelamente se expresó en la celebración entre el PCPE y el PCOE del Congreso de Unificación Comunista, realizado bajo los mismos principios de unidad comunista que habían caracterizado la fundación del PCPE. Esta unidad, sin embargo, al igual que en el primer Congreso de Unidad realizada sin una profunda clarificación político-ideológica, duraría poco.
Los avances político-organizativos nos posibilitaron afrontar el estallido de la crisis capitalista de 2008 en mejores condiciones, afianzando el crecimiento organizativo de los CJC a pesar de la hegemonía y dirección socialdemócrata del descontento social. Pero, ante todo, posibilitaron el desarrollo y comprobación práctica de una serie de debates político-ideológicos que culminarían en el IX Congreso del PCPE con la recuperación de la caracterización leninista del imperialismo y sus consecuentes principios estratégicos: no existen etapas intermedias “democráticas” o “antiimperialistas” pendientes, la tarea del Partido Comunista es, sobre la dirección y hegemonía proletaria, la organización de la alianza social dirigida a la toma del poder político y la ejecución de la revolución socialista.
Esta recuperación de la brújula bolchevique se expresó en intentos, en todos nuestros frentes de trabajo, de discernir y ejecutar las tareas necesarias para la estructuración de una oposición obrera revolucionaria frente al capitalismo contemporáneo. Frente a la organización territorial heredada del eurocomunismo, pasamos a priorizar la organización en los centros de trabajo como principales espacios de socialización y experimentación de las violencias y contradicciones del Capital, donde la clase obrera conforma y experimenta homogéneamente su condición de clase explotada; donde se estructura socialmente el proletariado como sujeto estratégico y dirigente de la revolución socialista. Espacios, por lo tanto, sobre los que realizar una intervención política directa y concreta. Y frente a la intervención externa, sectaria y pasiva de periodos precedentes, pasamos a ejecutar una intervención sobre los centros de trabajo, centros de estudio y barrios obreros dirigida a la elevación político-organizativa de la clase en todos sus espacios de vida; a la dirección de la lucha económico-espontánea, a la creación y consolidación de estructuras y espacios de masas como concreción y medio de la educación política de la clase y a la agitación y propaganda revolucionaria no desde fuera de dichas realidades, luchas y estructuras, sino como activos participantes y dirigentes de las mismas. Los CJC, en definitiva, nos lanzamos a aprender a ser dirigentes de masas y tribunos populares.
Si bien este nuevo periodo de intervención y aprendizaje se concretó en numerosas experiencias distintas, en ningún otro frente obtuvimos los CJC tantos avances, y con ello enseñanzas, como en el movimiento estudiantil. Tras la I Conferencia de Estudiantes, celebrada en 2012, que concretó a este ámbito la estrategia leninista de organización y dirección de masas, los CJC pasamos a orientar e impulsar un amplio proceso de formación, coordinación y unificación de estructuras estudiantiles que culminaría en el Congreso de Unidad Estudiantil del que, en 2015, nacería el Frente de Estudiantes. Apostábamos así por la organización del estudiantado en un sindicato estatal de orientación proletaria a través del que organizar y dirigir todo conflicto y lucha del estudiantado y asegurar su concreción en educación política y estructuración organizativa. Un sindicato que no sustituía la intervención comunista, sino que establecía una más sólida mediación organizativa a través de la que trabajar por y asentar la hegemonía y dirección revolucionaria.

Conmemoración del Centenario de la Juventud Comunista. Ciudad Universitaria. Noviembre, 2021.
Los aciertos políticos contenidos en nuestra nueva orientación, aún constituyendo los primeros y humildes pasos de un amplio proceso de aprendizaje, nos llevaron a los CJC a vivir una aceleración de nuestro crecimiento cuantitativo y cualitativo sobre el que buscamos construir, en nuestro IX Congreso (2016), los fundamentos de una organización política y organizativamente unificada, volcada en la intervención de masas y referente en todos sus espacios de intervención. Sin embargo, los debates generados en el seno de los CJC y del PCPE a la luz de las experiencias obtenidas desde el estallido de la crisis de 2008 aceleraron un proceso de confrontación ideológica que se venía gestando desde la recuperación de la estrategia leninista en el IX Congreso del Partido. Pero mientras que en los CJC dicho debate se desarrolló sobre los principios del centralismo democrático, a través de la comprobación práctica y el discernimiento y dirección colectiva, en el PCPE este proceso se encontró enfrentado a una labor de obstrucción sistemática por parte de la sectores militantes y una parte de la dirección. En una práctica política directamente heredada del eurocomunismo, frente al esclarecimiento político-ideológico se oponía el eclecticismo y la coexistencia entre posiciones y tendencias, y frente al acuerdo colectivo y la unidad de acción, la independencia organizativa, el localismo y el boicot burocrático.
La situación de conflicto acabó por estallar cuando un sector de la dirección central, actuando fraccionalmente, trató de saltar por encima de los acuerdos colectivos, controlar directamente y enfrentar entre sí a las organizaciones de los CJC, provocando la ruptura entre ambas organizaciones en la primavera de 2017. Esta conducta de parte de la dirección acabó conduciendo a la ruptura entre la mayoría del Comité Central y la militancia del PCPE y los CJC y ella. Ruptura que se formalizaría en el XI Congreso extraordinario y, finalmente, en el X Congreso de los CJC, celebrado en marzo de 2019, con el cambio de sigla de la estructura partidaria a Partido Comunista de los Trabajadores de España (PCTE).
Esta crisis en el seno de nuestro proyecto definió nuestra vida política durante los últimos años de la década, pero a su vez nos permitió vivir un proceso de avance y esclarecimiento político-ideológico en cuestiones clave. El X Congreso que cerraba la ruptura reivindicó la centralidad de lo político-ideológico, de la caracterización programática y de la táctica-plan, en la guía de toda nuestra acción y se centró en la concreción organizativa de este principio político. Esto significaba asentar la construcción de los CJC desde el centro político y asegurar la dirección colectiva y la unidad organizativa y de acción. En el II Congreso del PCTE, celebrado en 2021, la aplicación de este principio culminó con la aprobación del Manifiesto-Programa como documento rector de toda nuestra actividad. No como programa completo y acabado, sino como declaración estratégica explícita y colectiva de principios, objetivos y estrategia que contrastar, desarrollar y ampliar a través de la comprobación práctica y el estudio y debate colectivos tanto de nuestra experiencia política hoy como de la historia del movimiento comunista nacional e internacional.
Desde entonces y durante los últimos años, los CJC hemos tenido que afrontar un cambiante panorama político-social y diversos giros de la lucha de clases. Señalamos desde un inicio el carácter antipopular del gobierno de coalición socialdemócrata y nos enfrentamos a los ERTEs como mecanismos de transferencia de fondos públicos a los intereses privados durante el confinamiento de la pandemia. Agrupamos a los sectores militantes del movimiento estudiantil en contra de las reformas educativas de la LOSU, la LCU y la Ley de FP y Medias, que orientaban a los intereses de la patronal los currículums de la educación pública, permitían la presencia policial en las aulas y precarizaban las prácticas. Denunciamos la carestía de la vida y el enriquecimiento millonario de los grandes monopolios energéticos a costa de la clase obrera. Y hemos respondido con solidaridad internacionalista tanto a la guerra interimperialista en Ucrania como a la agresión y genocidio contra el pueblo palestino.
A su vez, nos hemos parado a escribir y a pensar como nunca habíamos hecho, recuperando herramientas para la propaganda y debate político tanto a lo interno como lo externo de nuestra organización. Reeditamos el Cuadernillo del Nuevo Militante, donde expandimos más sobre nuestra historia y tratamos todos los temas principales del marxismo-leninismo; recuperamos finalmente el órgano de expresión política de los CJC, que tienes ahora en tus manos; creamos el espacio web de formación Trifón Medrano donde socializamos las guías de lectura que elaboramos y centramos nuestros materiales para instruirnos, conmovernos y organizarnos; y creamos el Juventud! Podcast para proporcionar un espacio de discusión y análisis tanto de nuestra historia y política como de los principales desarrollos de la lucha de clases.
En abril de 2022 celebramos nuestra primera Conferencia de Agitación, Propaganda y Comunicación Política, asentando todas las enseñanzas acumuladas en realizar un trabajo creativo y planificado para hacer llegar a la juventud obrera nuestro discurso y posición política. Y en noviembre de ese mismo año celebramos nuestro XI y último Congreso, donde evaluamos los avances y tareas pendientes para hacer que cada joven comunista sea la fuerza militante de su entorno, de su barrio, de su centro de trabajo, de su familia y de su centro de estudios. Para asegurar que los CJC somos una escuela de cuadros militantes que dirigen cada expresión de lucha contra las violencias del capital desde la perspectiva y bajo la dirección del proyecto revolucionario. Que fortalecen cada órgano de la Juventud Comunista con un análisis político profundo de cada aspecto de la realidad que vivimos.
Tres años después, los CJC afrontamos nuestro 40 aniversario en una posición de desarrollo y fortaleza militante que nuestra organización no había experimentado desde sus primeros años de existencia. Al crecimiento cuantitativo se le añaden los avances en nuestras capacidades y estilo de intervención, en una mejor preparación político-ideológica y en nuestro asentamiento como escuela de cuadros de nuestro referente partidario, donde se acumula y concentra la experiencia obtenida en el paso por la Juventud. Conscientes de la situación de derrota del comunismo y de la inmensa tarea que tenemos por delante, creemos que hemos dado pasos sólidos en la construcción de las bases de la Juventud Comunista que necesita el momento histórico. No simplemente por ser hoy más jóvenes comunistas que ayer, sino, ante todo, por haber asentado con fuerza en nuestra vida orgánica los principios de una escuela de cuadros bolchevique: la subordinación de la táctica a la estrategia, el esclarecimiento y unidad político-ideológicas, el debate y dirección colectivas, la intervención y dirección entre las masas como tribunos populares, el espíritu de estudio, sacrificio y camaradería y la unidad de acción. El festival celebrado con razón de nuestro aniversario es tanto expresión de estos avances como de la organización que aspiramos a construir.
Se suele decir que los jóvenes no tenemos memoria, pero es tarea hoy de los y las jóvenes comunistas recuperar el hilo de nuestra historia, ese que pasa por la Comuna de París, la Revolución de Octubre, el levantamiento de Asturias de 1934, la guerra y resistencia contra el fascismo y todas y cada una de las luchas de nuestra clase contra la explotación capitalista. La experiencia revolucionaria que asegura que en cada joven comunista vuelven a la vida los anhelos, principios y enseñanzas de todas las generaciones anteriores. Esa experiencia de la que son parte los 40 años de los CJC, que en este artículo repasamos para comprender nuestros aciertos y errores, de dónde venimos y cuáles deben ser nuestros siguientes pasos. La que garantiza que cada nueva generación de comunistas no tiene que empezar de cero, sino que con la guía de la historia de su clase puede, sobre esta, marcar un camino propio. El hilo rojo de la clase obrera con el que nos aseguramos no de resistir el presente ni de repetir el pasado, sino de conquistar el futuro bordando la juventud del mundo por nacer.