Sin nuestra fuerza no se mueve nada. Con nuestra organización cambia todo.
Ha llegado el momento de cambiar radicalmente la situación, de que la juventud trabajadora vuelva a ser una fuerza que responda a cada ataque, que tome las calles, las fábricas, las oficinas y cada centro de trabajo ante los ataques que nos empobrecen, que luche por todo derecho, que debata y discuta, que convoque asambleas y combata, y que lleve en cada lucha una bandera de futuro, de revolución, de lucha por un nuevo mundo.
Hace unas semanas desde la Juventud Comunista lanzamos una resolución analizando cómo nosotros, los jóvenes, somos especialmente vulnerables dentro del conjunto de la clase obrera. A la temporalidad, parcialidad, más bajos salarios, se le suma el avance de la “uberización” del empleo, convirtiéndonos en las primeras victimas de una realidad que amenaza con afectar a toda la clase: la individualización de las relaciones de trabajo, las jornadas irregulares, el aumento de subcontratas y ETTs, los largos periodos de prueba, la vigilancia constante, etc. Y todo esto es posible, y además redunda en ello, porque el nivel de organización político-sindical de la juventud de nuestro país es enormemente bajo.
Ante la perspectiva de una nueva crisis económica se tratará de extender y profundizar estos mecanismos, condenándonos a una realidad de constante frustración, incertidumbre y explotación. Por eso es el momento de ponernos en pie, de no permitir que nos pisen aún más, de empezar a cambiar el bando, la clase, que tiene miedo. Por eso desde los CJC lanzamos una campaña hacia el movimiento obrero, en la que esperamos sumar al mayor número de jóvenes trabajadores, bajo un lema que condensa la más clara enseñanza de estos días de emergencia sanitaria, con la única posibilidad de que empecemos a ganar nosotros: si somos los que lo movemos todo, basta con que nos organicemos para que empiece a cambiar todo.
