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El consistorio liderado por el PP ha presentado unos pliegues vergonzosos que suponen la destrucción de parte del servicio y la precarización de sus trabajadoras.

Mediados de julio, los centros educativos han cerrado el curso escolar y buena parte de los jóvenes están pensando en el verano. En ese momento, el Ayuntamiento de Zaragoza anuncia los nuevos pliegos de contratación para las Zonas Jóvenes, un servicio destinado a ofrecer acompañamiento y ocio a los menores de edad desde los Centros Jóvenes del Ayuntamiento en colaboración con los diferentes centros escolares en los que se actúa. No tarda en surgir la rabia e indignación por parte de toda la comunidad educativa; los pliegos plantean una reducción de hasta un 35% de jornada y una menor inversión económica. Esto significa una brutal pérdida de poder adquisitivo para la plantilla, que ve cómo su ya humilde salario (llevan quince años sin una subida) se reduce aún más con las nuevas jornadas de 30h semanales. Supone abocar a la precariedad absoluta y a la pobreza a estas trabajadoras, que no tendrán un sueldo con el que llegar a fin de mes ni posibilidad de compaginar con otro trabajo debido a su horario partido.

Desde el Ayuntamiento aún tienen el valor de decir que el pliego supone cambios por la mejora del servicio. Nosotros nos preguntamos… ¿Cuándo un servicio público ha mejorado con el empeoramiento de las condiciones de los trabajadores/as y una menor partida económica? Son muchas las voces que se han levantado, las trabajadoras sociales han planteado jornadas de pario y movilización y desde la Federación de AMPAS (FAPAR) se ha anunciado que recurrirán los pliegos.

Este consistorio liderado por el Partido Popular lleva años desmantelando diversos servicios públicos relacionados con la juventud. A principio de año acabaron con el centro de préstamo y de servicios del Consejo de la Juventud. Etopía, La Harinera, o el Túnel, en el barrio obrero del Oliver, son otros de los espacios culturales y de ocio que han cerrado sus puertas. Sin ir más lejos, esta semana hemos visto como cancelaban (culpando a las trabajadoras en paro precisamente en protesta por todas estas medidas) la Noche Insomne, una cita en la que jóvenes podían disfrutar de juegos de mesa durante toda la noche como cierre del verano.

Donde nosotros vemos un punto de apoyo para jóvenes en riesgo de exclusión, una zona segura para víctimas de acoso escolar o simplemente un sitio donde pasar un buen rato después de clase, el capitalismo sólo ve pérdidas (que limitar mediante recortes) o un nicho de mercado (que rentabilizar mediante privatizaciones). Los comunistas tenemos claro que sólo una respuesta colectiva y combinada de toda la comunidad puede frenar los recortes. La burguesía lleva en su ADN el odio por lo público y, por eso, independientemente del color político, vemos año tras año intentos de desmantelar o privatizar diferentes servicios. Sus intereses y los nuestros siempre han sido antagónicos.

Las demandas de las clases populares deben situarse fuera de las coordenadas del debate que nos imponen y que siempre pivota alrededor de la famosa “rentabilidad”. El problema no es el gasto, el problema es un sistema que se nutre de nuestro trabajo pero no responde a nuestros intereses ni defiende nuestros derechos.

La existencia de subcontrataciones y externalizaciones en los servicios públicos nos aboca a vivir permanentemente pendientes de un pliego que pueda acabar con aquello que es nuestro de un plumazo. Nuestras reivindicaciones deben ir más allá de pedir la cancelación del pliego, si bien esto es un primer paso y toda lucha, por pequeña que sea, importa. Exigimos unos servicios públicos gestionados por y para los trabajadores/as sin tener en la más mínima consideración los intereses de unos parásitos que, no nos engañemos, ni siquiera usan estos servicios y jamás han pensado en nosotros/as salvo para enriquecerse a nuestra costa.

¡Defendamos lo público como una trinchera!